miércoles, 2 de enero de 2008

Sales de clases, caminas a la salida de la universidad, llamas por teléfono, subes a un microbus, te ubicas en uno de los primeros asientos, miras por la ventana, la ansiedad de absorbe. Ves tu parada, te levantas hacia la puerta un cuadra antes de llegar a tu esquina, tocas el timbre, te bajas, caminas hacia tu destino, vuelves a llamar por teléfono, conciertas tu cita. Llegas a donde te esperan y con cierta ansiedad te paras en la puerta, te abren. Saludas alegremente, entras a la casa, te llevan rápidamente a una habitación, entras a ella, te sientas en la cama, te preguntan por la universidad, contestas, conversas cosas triviales. De una caja sacan una bolsa, veínte saquitos de papel caen a tu lado, los abres uno por uno, eliges el más lleno, pagas cinco mil pesos. Te despides, caminas a hacia la salidad, sales. Caminas un par de cuadras, sacas el saquito, mueles la mariahuana, de tu billetera sacas un papelillo, échas la marihuana, enrolas, lo aprietas un poco más con un billete de mil, buscas un encendedor, prendes el "caño", lo fumas con placer. Fumas, fumas y vuelves a fumar, guardas el humo, no piensas. Botas el humo y el mundo se vuelve maravilloso. Olvidas los estudios, los problemas, la fimilia, tus amigos, tu pareja, la universidad. Vuelves a fumar, una y otra vez. Y el mundo se torna cada vez más radiante. Y no dejo de agradecer por este momento tan placentero.

1 comentario:

box_of_tears dijo...

uyyy que profudamente cierto...
es que... la marihuana cura toda clase de dolores, fisicos, mentales o espirituales, te llava a un mundo de fantasía donde nada es complicado, y todo fluye a tu ritmo donde por unos minutos todo es perfecto ni más ni menos...
besos poly!^^